De Crisálida a Mariposa
Hace años descubrí, que obedeciendo a sus leyes internas, un ser vivo pasa por ciclos de crecimiento, muere y vuelve a nacer como un nuevo ser.Este hecho misterioso fué mi primer contacto con la muerte y el renacer. Pero¿Por qué sentimos tanto temor ante el cambio? ¿Por qué cuando estamos ansiosos por cambiar, nos desesperamos aun más cuando empieza a producirse una transformación?¿Por qué perdemos nuestra fe infantil en el crecimiento?
A veces nos aferramos a nuestros antiguos lazos en lugar de abrirnos a nuevas posibilidades, al mundo desconocido de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma.
La mariposa es un símbolo del alma humana, que ilustra esta metáfora. Las crisálidas parecen estar muertas, pero dentro de ellas se van produciendo cambios extraordinarios.La vida de una oruga es muy distinta de la de una mariposa.Una oruga sólo mastica hojas, una mariposa bebe néctar.La oruga es asexuada, casi ciega y tiene que arrastrarse por la tierra; la mariposa pone huevos y puede ver y volar. La mayoría de los órganos de la oruga se disuelven y el líquido que queda ayuda a que crezcan las alas, los ojos, el cerebro y los músculos diminutos de la mariposa que se va desarrollando.Pero todo el proceso es muy difícil , tan dificil que la criatura no puede hacer nada más en ésta etapa.Tiene que quedarse dentro de su capullo protector. Apenas sale del capullo, la mariposa deja caer una gota de excremento que ha ido acumulando.Generalmente es una gota roja, y a veces, la mariposa la deja caer en su vuelo.Es así cómo un conjunto de mariposas puede producir una verdadera lluvia de sangre, éste fenómeno despertaba terror y recelo en las culturas antiguas , y en algunos casos daba lugar a verdaderas masacres.
Simbólicamente, para liberar a nuestra mariposa también tenemos que sacrificar una gota de sangre, dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro.
La transformación que se produce en la crisálida es un pasaje del pasado hacia el futuro.Una parte de nosotros sigue mirando hacia atrás, añorando la magia de lo perdido; otra se alegra de despedirse de nuestro pasado caótico; otra observa hacia adelante con todo el valor que logra reunir; otra se entusiasma ante las posibilidades de cambio; otra se queda inmovil sin atreverse a mirar hacia ninguna dirección.
Quienes aceptan conscientemente la crisálida, aceptan la paradoja de la vida y la muerte, una paradoja que adopta distintas formas en cada nueva espiral de crecimiento.
Si aceptamos la paradoja , de lo que parece ser una contradicción intolerable, no nos aplasta.El nacimiento es la muerte de la vida que conocíamos; la muerte es el nacimiento de la vida que aún no hemos vivido.Aceptar esta contradicción es dejar que nuestro círculo se amplie.
Los que nunca salen del capullo encuentran que la vida es vana, vacia, aburrida... tienen un gran problema sin poder escapar de su inmovilidad, se aferran a sus juguetes de la infancia, se alejan de la realidad actual y se quedan sentados, esperando librarse del dolor por arte de magia y poder vivir entonces en un mundo "justo y bueno" , un mundo de fantasía que tenga la inocencia de la niñez.Temerosos de abandonar las relaciones que les impiden crecer, temerosos de enfrentarse a los padres, a los compañeros a los hijos, la vida se convierte en una red de ilusiones y mentiras, en lugar de hacerse responsables de lo que sucede y aceptar el desafío del crecimiento, se aferran a la estructura rígida que han ido construyendo o recibieron al nacer.
La inseguridad es la esencia misma del temor al cambio.Quienes reconocen su propio valor entre sus seres queridos, pueden marcharse y volver sin temor al alejamiento. Saben que los quieren por ser cómo son.
Uma Zuasti.